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Mostrando entradas de octubre, 2016

SINCRONICIDAD COMO TRASCENDENCIA

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La sincronicidad es un concepto muy presente en los términos actuales de las teorías cuántica, literaria, creativa o psicológica. La idea esencial es la junguiana ( Jung, Carl Gustav (2004), Sincronicidad como principio de conexiones acausales (ed or. 1952).  Las definiciones que nos dejó Jung giran en torno al significado como un principio de ordenación de las distintas esferas de lo real: un fenómeno de sincronicidad es una coincidencia significativa, en forma de casualidad asombrosa, pero también, por ejemplo, es una proyección que una mente obsesionada o con una enfermedad puede generar en la realidad objetiva generando una resonancia en forma de aparición de algo, de encuentro, con cosas que semejan o traducen ese fondo mental del sujeto. Son sincronicidades todos los fenómenos en que la explicación que nos damos es demasiado rara, tiene un exceso de carga semántica, y a menudo, las calificamos de asombrosas, sorprendentes, rítmicas... Jung en realidad estaba interesa

LOS TÍMIDOS

El mundo está plagado de tímidos. Abundantes en enormes cantidades, moviendo el universo con su fe en la capacidad de los demás y su intensa devoción al esfuerzo de igualarlos, los tímidos hacen girar la Tierra. Silenciosamente trabajan y consiguen enormes proezas, brillan como diamantes pero se esconden de la mirada ajena, y su virtud y capacidad implica siempre, conlleva siempre, la modestia. No podía ser de otra manera. Ser realmente bueno significa también tener una tímida excelencia. Los tímidos renuncian al fulgor del éxito que se vende y aplasta a todos los que lo rodean. No llaman la atención y por ello prosperan en la dócil permanencia que consigue las mejores cosas, que capta las mejores ideas. Pero todo ello ocurre fuera del ruido furioso de la fama, de la lucha mortal por el éxito, de la guerra avarienta. Heredar la tierra es cosa de mansos. Pero el traspaso se hace siempre tímidamente, en la intimidad de la más honda consciencia. Los tímidos no generan aclamaciones ni