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Mostrando entradas de febrero, 2010

RECITAL DE COMEDIA EN EL TEATRO LA ABADÍA

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Nos os perdáis El ARTE DE LA COMEDIA, de Eduardo de Filippo, en el TEATRO DE LA ABADÏA. ES la mejor obra del momento en Madrid. La Abadía cumple en este 2010  35 años de buen hacer teatral, con una escuela de actores buenísima y una historia de producciones que no bajan del sobresaliente en casi todos los casos. José Luis Gómez, gran genio del teatro español actual, ha sabido hacer de la extraña Iglesia con jardines donde al principio había goteras y humedades por todas partes, un lugar con alma teatral único en Madrid. Uno va a La Abadía a reconciliarse con el buen teatro, a respirar, por fin, como en el Albéniz, puro aire teatral. ES tah raro esto, tan difícil conseguir que un lugar tenga alma teatral, y aquí miras hacia arriba, y aunque no cuelgue del techo del teatro ni una araña palaciega ni un fresco neoclásico, baja de arriba una densidad artística que inunda todo: son todos los aplusos, todas las grandes obras que aquí se han visto, que siguen resonando y caldeando La Abad

la teoría de los espejos reflejantes

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No nos hacemos una idea de hasta qué punto dependemos de la comunicación. Toda nuestra existencia está volcada hacia el exterior, a la comunicación y contacto con el entorno. Pero lo que menos se reconoce comúnmente es que ese contacto con la gente que nos rodea, con el mundo exterior, crea un profundo impacto en nuestro mundo interior, que se forma a imagen y semejanza del externo. Son muchísimas las teorías que demuestran que aquello que nos hacen los demás nos marca profundamente. La influencia del entorno construye nuestra autoestima, la imagen de nosotros mismos que tenemos, y por la que medimos nuestra capacidad para hacer cosas, para triunfar o para realizar. Más curioso y desconocido es el gigantesco poder de construcción de nuestra propia imagen que podemos manejar mediante el contacto con el mundo que nos rodea. Literalmente, cuanto hacemos, cuanto decimos, cuanto causamos a los demás, es un mensaje hacia nosotros mismos que nos autodefine, que nos dice quiénes somos. Y

con miquel barceló en caixaforum

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Ayer pude asistir a la inauguración secreta de la exposición de Miquel Barceló en Caixa Fórum. La exposición se llama “La soledad organizativa”. Es un muy bello título, un poco mal escrito, la verdad, pero que para mí significa la capacidad que el artista tiene, en soledad, de ordenar el mundo. Barceló es para mí el más grande pintor vivo de este momento. Yo creo que es un LEONARDO DA VINCI del siglo XXI, es decir, tiene esa delicadeza, esa perfección del renacentista. Y desde luego, Barceló ordena y organiza el mundo que nos rodea. No hay más que entrar en la exposición para darse un festín de color, de pintura en estado puro, de arte completo e intenso. Barceló es un tipo inteligente, lee cosas, busca principios vItales, y su arte le lleva muy lejos. Creo que nadie como él ha entendido la importancia del azar en el arte: cómo cualquier superficie, cualquier casualidad, es el punto de partida de la creación. Barceló controla la operación servil que el arte tiene que tener, ha

políticos y país

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Estamos en un momento bastante trágico de España. Recogemos ahora, con la crisis, lo que hemos estado sembrando en este país desde que comenzó la modernización de ESpaña. Recuerdo, siendo pequeña, cómo el gran debate sobre la reconversión industrial española se apagó cuando el dinero fácil y los pelotazos inmobiliarios crearon un espejismo de riquezas al que acudieron millones de españoles avariciosos e incompetentes, que han inoculado a la economía española el virus del dinero fácil, la ganancia oculta, la incapacidad creativa y productiva y el negociete para cada uno. La situación mundial es parecida. Hay quienes, desde las altas instancias financieras, nos quieren convencer de que la recuperación ya ha llegado y que todo va a mejor. Ya les gustaría eso, ya. En realidad el sistema está muerto, y de él solamente se saldrá con un cambio de mente y de actitud, que solamente los países realmente vitales podrán dar. Los orientales tienen parte de esa energía, aunque descontrolan los d